Infidelidad: la interesante teoría de Albert Einstein sobre este fenómeno social

El científico creía en el amor ''libre''.

Albert Einstein tenía su propia teoría sobre la infidelidad y esta salió a flote luego de que el científico tratase de consolar a una amiga de él, quien había descubierto que su esposo la engañaba.

Mediante una carta, realizada el 23 de junio de 1953, el físico aconsejó a su amiga que evitase tomárse el asunto como algo personal, a su parecer, el engaño era ''la norma entre los humanos''.

«Estoy seguro de que sabes que la mayoría de los hombres (y un gran número de mujeres) no están dotados para la monogamia por naturaleza», escribió, según una traducción de la carta original alemana publicada décadas más tarde. «La naturaleza supera siempre a la convención, y las circunstancias colocan obstáculos en el camino del individuo».

Einstein sabía muy bien de lo que hablaba pues había experimentado dicha circunstancia en carne propia siendo él quien fue infiel a su primer pareja, Mileva Maric, a quien dejó para casarse con su amante, Elsa Einstein, quien además era su prima.

Pero ese no sería el final de sus deslices. Tras divorciarse de Mileva y casarse con Elsa, pronto empezó a tener amoríos con otras mujeres.

«Hay que tener en cuenta que en la Europa del momento, tratándose de un hombre aplicado y carismático, ese comportamiento no era tan inusual», explicó el físico de Harvard e historiador de ciencia Gerald Holton a la revista Discover en 2006.

Einstein no le gustaba mucho la idea del matrimonio.

Aunque lo que sí era extraordinario era la franqueza de Einstein acerca de su «atención dispersa», así como su hábil construcción de un código moral con matizaciones en el que la infidelidad podía encajar cómodamente. 

«Los intentos de forzarme a casarme vienen de los padres de mi prima y se atribuyen principalmente a la vanidad, aunque el prejuicio moral, que está todavía muy vivo en la generación anterior, también juega un papel», expresó.

Einstein parecía preferir lo que hoy llamaríamos amor libre.

En una carta que Einstein escribió a Elsa (quien había descubierto que tenía una aventura con una de sus amigas, Ethel Michanowski, miembro de la alta sociedad de Berlín), Einstein le explicaba  que «uno debe hacer aquello con lo que disfruta y no hacer daño a nadie más».

Pero esta fuerte tendencia humana traía una carga, según escribió Einstein. Normalmente resultaba en un hombre atrapado entre dos mujeres que eran hostiles entre ellas por su culpa. «Para una persona de bien, no existe ninguna solución satisfactoria a este problema»¸ escribió.
 

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